No nos podemos negar de aquellos sueños que sentíamos cuando chicos de llegar a ser grandes futbolistas, de entrar a un estadio repleto y vibrar con el ensordecedor bullicio de la gente entre una mezcla de felicidad y nerviosismo. Por aquellas cosas de la vida, dejamos nuestros sueños volar y permitimos que solo queden en nuestra mente como una idealización sin futuro.
La mayoría de las veces, los jóvenes de bajos recursos ven esta opción como una salida a la difícil vida que llevan, trabajando con constancia y esfuerzo, llegando en muchas ocasiones a triunfar. Ya son conocidos los casos de Gary Medel, Luis Núñez, Arturo Vidal o Alexis Sánchez, y si lo llevamos a ejemplos más extraordinarios, cabe mencionar a Carlos Tevez, Frank Ribery y el mismicimo Diego Armando Maradona, personas que a punta de talento y consistencia han logrado cumplir su meta.
Esto no puede quedar solo aquí. Jóvenes que quizás no son estrellas en grandes clubes de chile o el mundo, muestran su talento en la calle, en las pichangas, en los partidos de barrio, donde tradicionalmente en los sectores periféricos de la capital, las familias se reúnen cada domingo para ver el futbol mas duro, aquel que no tiene límites ni respeto, donde se demuestra que la pasión no solo se vive en las grandes ligas. Aquí no hay grandes estadios ni canchas de pastos; no hay estrellas internacionales ni traspasos millonarios, solo se necesitan personas con talento y ganas, que a cambio de nada, dejan la vida en la cancha. Personas que quizás se rompen el cuerpo trabajando en la semana para alimentar a su familia, que no duermen estudiando para algún examen, pero que a la hora de jugar se les olvida todo, problemas, trabajo, estudio, deudas, nada importa a la hora de pisar el terreno, a veces con barro, o muchas piedras, da igual, a la hora de ver rodar la pelotita todo se olvida.
futbol de barrio, la otra pasión, la alegría de la gente humilde, la alegría de todo un pueblo.
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